El arte contemporáneo en Lisboa se encuentra en la calle, eso sí, es difícil encontrarlo entre la infinidad de firmas sin sentido y sucios garabatos que afean muchos rincones de la ciudad. Nos referimos a la cantidad de graffiti que hay en las fachadas de los edificios lisboetas, un arte urbano que también evoluciona y crea tendencias. Todos sabemos que estos dibujos se realizan con sprays de pintura y consiste en plantar una idea preconcebida, o aquello que se sienta en el momento, muchas veces en un espacio de tiempo realmente breve, principalmente para salvaguardar los castigos legales por realizar esta expresión del arte urbano.
Pero el arte del graffiti ha evolucionado en los últimos años y la actual tendencia son los stencils que a mediados de los años 80 llenaron los alrededores del centro Georges Pompidou en París y se convirtió en un verdadero museo lleno de plantillazos y que sirvió de ejemplo para el resto del mundo. Allí se demostró que el de las plantillas es el arte de la reiteración. De repetir hasta dar con la clave de la interpretación de lo que se quiere comunicar. Dicen que es un arte más sencillo, ya que no es necesario tener tan buen pulso ni poseer cualidades pictóricas, lo que supone estar más al alcance de todo el mundo; eso sí, las plantillas deben ser muy bien trabajadas, después todo es coser y cantar.