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Safari de piezas urbanas efímeras

En estos safaris, en vez de jirafas o cebras, lo que se ve son otras especies, artísticas, pero igual de asilvestradas y volátiles: las que conforman el arte urbano que toma por salas de museo las calles de la ciudad: de la simple pintada a la instalación efímera, pasando por el póster, la intervención en señales, la subversión de rótulos institucionales o los cambiazos en las placas que nombran las calles. El único límite, como suele decirse, es la imaginación, porque lo que es la ley (este tipo de intervenciones están tipificadas como ilegales) no suele ser muy tomada en cuenta por el arte de las aceras. Para dar a conocer este patrimonio, hace unas semanas que han comenzado a celebrarse los Safaris Urbanos, organizados por el colectivo Madrid Street Art Project.

“El objetivo es difundir y apoyar el arte urbano, darle valor, en principio en Madrid, aunque estamos abiertos a hacer cosas fuera”, explica Guillermo de la Madrid, promotor de la asociación junto a Diana Prieto. El arte urbano cada vez tiene más presencia mediática y en ocasiones es apoyado por instituciones oficiales, que convocan exposiciones o festivales. Muchos, como Suso33 o el colectivo Boamistura, han hecho de ello su forma de vida, saltando a circuitos más oficiales, aunque sin olvidar sus intervenciones callejeras. Han quedado atrás los tiempos en que esto se asociaba únicamente con el grafiti, aquello de pintar tu nombre en la ciudad por doquier. Ahora el arte urbano utiliza técnicas más elaboradas que el espray y se ha vuelto más reflexivo, tocando muchas veces temas político-sociales. Tal vez los máximos exponentes de estas corrientes sean artistas reconocidos mundialmente como Bansky u Obey.

Todo esto se puede apreciar en los Safaris. Los promotores guían a grupos de hasta 18 personas por diferentes barrios de la ciudad, sobre todo Lavapiés o Malasaña (los más seminales en este sentido) dando explicaciones ante las obras más reseñables. El tour cuesta cinco euros y para conocer próximas fechas puede consultarse la web madridstreetartproject.com. En el último, que discurrió anteayer por La Latina y Lavapiés, los participantes conocieron obras como las de DosJotas, que ha colocado más de una decena de máscaras que asoman por las paredes del barrio, o Diana Larrea, que coloca placas de azulejos como las que nombran las calles, pero cambiando el contenido que en ellas se representa. Una obra de El Tono lleva aguantando varios años al lado de una farola al comienzo de la calle de Lavapiés: como está hecha de espejos, su reflejo ampliado puede verse en la pared contraria. Este arte tiene su riesgo: muchas obras pueden, de pronto, haber sido eliminadas por las autoridades o tapadas por cualquier cartel publicitario.

Ciertos lugares resultan muy inspiradores para los artistas y en ellos se acumulan varias intervenciones, como en una esquina de la calle de Encomienda, donde estaba la cartelera del cine Odeón, ahora abandonado, o un muro, al lado de una casa okupa, en la esquina entre las calles de Jesús y María y Esgrima, en el que se libra una singular batalla entre Ayuntamiento y artistas, que utilizan el espacio para sus creaciones y, al día siguiente, amanece cubierto de pintura gris.

“Una de las cosas que pretendemos es que la gente tenga los ojos más abiertos, que salga a la calle y tenga el radar puesto y lo disfrute. Atraer su atención hacia estas formas de expresión”, explica Diana Prieto. Después de uno de estos paseos uno no para de ver arte por todos los rincones y las paredes.

Vía: elpais.com

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