Cuando nos toca pasar por horas bajas o vivir malos tiempos, muchos son los que intentan extraer reflexiones y conclusiones en diferentes sentidos, según las expectativas, objetivos y creencias defendidas por cada cual. El argumento que más se prodiga entre comunicadores, predicadores, gurús de la autoayuda, tertulianos y analistas varios es ese que viene a decirnos que toda crisis encierra una oportunidad, que del infortunio vuelve a surgir la felicidad o esa otra manida cita literaria oriental que nos hablaba de alguien que no debía llorar por perder el sol porque sus lágrimas le impedirían ver las estrellas.
No deseamos cercenar la esperanza de nadie, ni despojar de argumentos a quienes tratan de buscar puntos de partida para la recuperación del sector inmobiliario en nuestro país, aunque tal vez habría que objetar que la frase que mejor encaja en nuestra particular idiosincrasia no es esa de la crisis y de la oportunidad, sino más bien ese viejo refrán que, desde el acervo más popular, viene a enseñarnos aquello de “a río revuelto, ganancia de pescadores”. Tal y como esperábamos desde hace meses, esto es lo que ya está comenzando a ocurrir en nuestro maltrecho mercado inmobiliario.
Tras una temporada de brutal caída de las operaciones de compraventa, de reducción de la demanda de vivienda hasta niveles exiguos y de reducción de precios, han aparecido en el panorama los buscadores de oportunidades. Se trata de personas y empresas que cuentan con dinero para invertir y que no ven sus recursos afectados por la crisis. Estos inversores, ante la ausencia de alternativas claras para la inversión, optan por buscar y adquirir chollos dentro de la actual perspectiva del mercado de viviendas e inmuebles en general. De hecho, durante el pasado mes de enero se vendieron 37.931 pisos entre nuevos y usados, lo que representa un incremento próximo al 17% respecto a diciembre del pasado año. El incremento ha sido del 18,8% en lo que respecta a vivienda nueva y del 15% en viviendas de segunda mano. Y todo ello según datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que acostumbran a ser tomados como referencia.
Con toda probabilidad, a este inesperado repunte tiene que haber contribuido la amplia oferta de pisos y casas con descuentos lanzada por los bancos y cajas de ahorros y el descenso de los precios detectado sobre todo en segundas viviendas localizadas en zonas turísticas.
Con todo, estos datos no dejan de ser un buen síntoma para el sector ya que, al menos, retorna al panorama un viejo y conocido perfil de comprador de viviendas, al que tanto habíamos echado de menos durante los últimos meses.