Hace un par de meses, cuando hablábamos del nuevo escenario que se nos plantea a los Arquitectos en tiempos de crisis, planteaba 3 puntos principales a revisar: 1. La calidad de la enseñanza de Arquitectura, 2. El perfil de los arquitectos que se está formando, y 3. El campo laboral de nuestra profesión. Ahora que la crisis ya no es pura ficción y hemos visto como varias oficinas de Arquitectura en Chile han comenzado a reducir su tamaño, me parece que es un buen momento para profundizar en el tercer punto y evaluar las inmensas posibilidades que tenemos los arquitectos de ampliar nuestro campo laboral mediante innovación, ingenio, emprendimiento y creatividad, pero sobretodo rompiendo los paradigmas de lo que debiera, o no, hacer un Arquitecto.
En el Post sobre Arquitectura en tiempos de Crisis, yo planteaba que la ciudad tiene muchísimas más necesidades que simplemente casas y edificios (que es lo que aprenden la inmensa mayoría de los arquitectos en Chile), además es necesario diseñar los espacios públicos, las calles, las veredas, las plazas, los parques. La ciudad hay que planificarla, regularla, discutirla, normarla etc. Pero en casi ninguna escuela se enseña a eso… Lo lógico sería que se formaran Arquitectos-Paisajistas, Arquitectos-Diseñadores Urbanos, Arquitectos-Planificadores, Arquitectos-Reguladores, Arquitectos-Especialistas….
Este último tiempo he seguido dándole vueltas al tema, y creo que la “Industria” de la Arquitectura es muchísimo más amplia e interesante de lo que nos imaginamos, y claramente debería de ser mucho más diversa y robusta de lo que actualmente es. Pero creo que el problema para que esto ocurra es que hay una gran cantidad de prejuicios y paradigmas que aprendemos (sobre todo en nuestros tiempos universitarios) sobre lo que un Arquitecto-debiera-de-ser que impiden que muchos Arquitectos exploren distintas áreas laborales sin sentir que se están saliendo de lo que se espera que hagan.