Hipoteca inversa: disfrutar del patrimonio

Mi señora madre ya tiene una edad. Después de pasarse toda la vida luchando para salir adelante, se ha encontrado con una pensión que no le da ni para pipas. Junto con mi padre, que también tiene su buena ración de canas, vive en una vivienda que compraron hace casi 30 años. La casa en la que pasé mi infancia está situada en un barrio estupendo y, a pesar de acumular tres décadas de antigüedad, bien podría tasarse por un precio interesante. Llevo un par de años persiguiéndoles con la idea de la hipoteca inversa, pero siempre me dicen que, cuando les toque criar malvas, nos repartamos el dinero de la venta de la casa entre mis hermanos y yo. Me da una rabia mortal que mis bien amados progenitores tengan el chip de la herencia tan interiorizado, más aún cuando se merecen disfrutar de estos años sin escatimar en caprichos.

La hipoteca inversa me parece un invento financiero ideal. Creo que nuestros mayores tienen todo el derecho del mundo a sacarle partido a un patrimonio inmobiliario que han pagado con el sudor de su frente. Además, las ridículas pensiones que existen a día de hoy son claramente insuficientes en casos de dependencia sanitaria. El panorama se complica todavía más cuando echamos un vistazo a las listas de espera de las residencias geriátricas públicas. Todo esto constituye, a mi juicio, un buen abanico de razones para que mis padres se decidan de una vez por todas a vivir como siempre han querido.

¿Cómo funciona?
El funcionamiento de la hipoteca inversa es aparentemente sencillo. Se trata de un producto al que pueden acceder los mayores de 65 años que tengan una casa en propiedad. La entidad financiera tasa la vivienda y, en función del importe resultante y de la edad del solicitante, se acuerda el pago de una renta mensual vitalicia. El cliente no pierde en ningún momento la titularidad de la vivienda, es más, si tiene que abandonar su casa e irse a una residencia, puede alquilar la casa a un tercero sin ningún problema, sumando dos rentas en vez de una. Cuando se produce el fallecimiento, los herederos tienen varias opciones: conservar la propiedad pagando la deuda acumulada, constituir una nueva hipoteca por el importe adeudado o vender la vivienda y obtener un beneficio económico tras restarle la cancelación de la deuda.

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El presidente de la comunidad de propietarios

La presidencia de la Junta en una comunidad de propietarios acostumbra a ser un cargo de suerte controvertida, del que muchos huyen como si se tratase de una plaga, y que otros persiguen con tenacidad como si fuera un sillón de ministro, de consejero o de concejal. En efecto, muchos propietarios en las comunidades, cuando se les acerca el turno rotatorio que les obliga a ejercer como presidente de la Junta durante un tiempo determinado, tratan de idear mil argucias y pretextos que puedan ayudarles a librarse de una carga que les parece poco apetecible. No obstante, no debemos olvidar que el nombramiento de presidente es de carácter obligatorio y, en la mayor parte de los casos, no es tan fácil librarse de él.

El presidente de la Junta en la Comunidad de Propietarios es nombrado entre los distintos titulares de las viviendas a través de elección o mediante turno o rotación, según pueda disponerse en los estatutos o en el título constitutivo de la propia comunidad. Cuando ha de hacerse por elección y no hay candidato alguno, lo normal será acudir al mencionado turno rotatorio. En caso claramente justificado o de fuerza mayor, si el propietario no desea ser obligado por sus convecinos a asumir la presidencia de la comunidad, podrá pedir ante el Juzgado de Primera Instancia dentro del mes inmediatamente siguiente a su acceso al puesto, ser eximido de tal obligación argumentando a tal fin las razones que le asistan. En este último supuesto, el juez, mediante de un sencillo procedimiento designará a otro propietario que deberá sustituir, en su caso, al Presidente que renuncia al cargo hasta que se proceda a un nuevo nombramiento. De la misma forma, habrá que acudir al juez cuando las cosas se pongan difíciles y resulte totalmente imposible designar a un nuevo presidente de la comunidad.  Por suerte, no es obligatorio nombrar vicepresidentes y esto puede suponer no añadir más problemas en situaciones como las descritas con anterioridad. En el caso de que se considere necesario tener vicepresidente/s en la Junta de comunidad, su nombramiento se realizará de la misma manera que se hace para designar presidente.

El presidente tiene la obligación de representar a la comunidad de propietarios en aquellos casos en que sea preciso, es decir, ante empresas proveedoras (electricidad, agua, limpieza, mantenimiento de ascensores, etc.) y ante instancias de la Administración Pública, como pueden ser el ayuntamiento o la comunidad autónoma en determinados casos. Además, es frecuente que tengan que dedicar parte de su tiempo libre a escuchar a los vecinos, hacer gestiones ante terceros para el buen funcionamiento de los servicios comunes, etc. Lo más curioso del caso, como antes mencionábamos, es que mientras la mayor parte de los propietarios suelen tratar de eludir el cargo o recibirlo de mala gana, también hay otras personas que ven con agrado asumir las cotas de protagonismo que reporta la presidencia, aunque estas puedan ser irrelevantes o ridículas para la mayoría. Como hace años dijera Juan Belmonte, “hay gente para todo”.

Vía: enormo

Las casas mas caras del mundo

La casa más cara del Mundo

Corte de Updown, Windlesham, Inglaterra.
Precio: 122,2 millones de dólares.

Este palacio de nueva construcción cuenta con 103 habitaciones, cinco piscinas, una bolera, 50 salas para proyectar películas, una mármol con climatización que conduce a la entrada de la mansión y un decorado de 24 quilates en la misma planta donde se encuentra la sala de estudio. Los 58 acres del estado se encuentran cerca del Castillo Windsor y de la mansión del cantante Elton John.

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«Arquitectura Textil»: Tiendas de campaña originales

Las tiendas de campaña padecen una tendencia cromática pseudo-militar, no se si por tradición o por un intento vano de camuflaje con la naturaleza, que no las hace muy atractivas. Quien haya ido a una concentración motorista, un festival de música o la visita de cualquier Papa, sabe que es muy difícil encontrar tu tienda entre ese mar gris-marronoso.

Para evitar el síndrome de la cría del pingüino(*) hay personas que colocan algún tipo de identificador, ya sea una bandera sudista o unos sostenes XXL, que no sólo son útiles para ellos sino para todas las tiendas de alrededor, ya que facilita enormemente la orientación: “Pásate a tomar una copa en nuestra tienda, es la que está al lado de la que tiene el casco de vikingo colgado en la entrada”.

Ahora tenemos estas fantásticas tiendas estampadas que, aparte de cobijarnos, nos van a convertir en referencia de todo el recinto donde estemos acampados.

La verdad es que a las tiendas no le falta detalle, tienen gancho para colgar la linterna, bolsillos con cremalleras que permiten colocar candados, bolsillos laterales de rejilla para almacenar ropa e incluso un pequeño bolsillo para el móvil o el mp3. Y como era de esperar, el suelo y el techo son impermeables. Sólo le hace falta un bolsillo para los condones, otro para las sustancias psicotrópicas y se convierte en la tienda del perfecto juerguista.

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