Las viviendas que se pongan a la venta o en alquiler a partir de este año deberán obtener un certificado energético que las clasificará por su gasto entre la A y la G.
«Es muy luminoso», «está bien aislado», «apenas gasta calefacción». Estas son las típicas frases que el propietario de una vivienda cuenta a sus futuros compradores o arrendadores antes de cerrar la operación. Sin desconfiar en la buena fe general de los dueños de los inmuebles, cierto es que muchas veces se descubre alguna mentira en la primera noche. Horas después de la mudanza se comprueba que el sol ni roza las ventanas, que las puertas no cierran bien y que los radiadores deben estar activos todo el día para no vivir en un eterno catarro. Pues bien, a partir de este 2013 quienes adquieran o alquilen un piso no se encontrarán ya con estas sorpresas porque su titular estará obligado a pasar una certificación de eficiencia energética en la cual la vivienda será etiquetada en función de su consumo de la A (la mejor) a la G (la peor).
Se calcula que en Castilla y León unas 3.000 viviendas tendrán que pasar esta certificación cuando comience a aplicarse la iniciativa este año, si bien el Consejo de Ministros aún no ha dado luz verde al Real Decreto de Certificación Energética de Edificios Existentes (CEEX), que proviene de una directiva europea y que extiende a los inmuebles usados la obligatoriedad de este trámite, que desde 2007 se aplica a las nuevas construcciones o las que han sido rehabilitadas. Con él, la ciudadanía comenzará a familiarizarse con la catalogación energética de las viviendas, que ya se realiza en otros campos como los electrodomésticos.
Con la normativa, que se espera que apruebe el Gobierno este mismo mes, se evaluarán por ley la iluminación, calefacción, agua y refrigeración de las casas en venta o alquiler, y la nota que se obtenga figurará en las escrituras al igual que los metros cuadrados de superficie, como ya se hace en otros países de Europa. La letra que se asigne deberá ser comunicada durante el proceso de promoción y de traspaso del inmueble, según informaron desde Certicalia, una plataforma online y gratuita que posibilita la comparación de presupuestos -que varían según el tamaño y giran en torno a los 250 euros para casas de 100 metros cuadrados- y facilita los trámites de contratación.
Diez años
La etiqueta energética tendrá una validad de diez años, en los que una mala letra perseguirá al inmueble, a no ser que se acepten las recomendaciones de reducción de consumo que lanzaran los profesionales que se desplacen para emitir el certificado. Se espera que muchas casas obtengan como calificación la F y la G, ya que que se trata de viviendas construidas con anterioridad a 2007 y que en pocos casos se edificaron pensando en la eficiencia energética ni en su consumo. Para subir varios niveles, una rehabilitación puede costar entre 5.000 y 6.000 euros, que se amortizarían en cinco años.
Arquitectos e ingenieros serán los encargados de realizar estas inspecciones, que podrían crear un nicho de empleo para el castigado sector de la construcción.
Vía: ABC.es CyL